La característica más sobresaliente del autismo infantil es una mirada que no mira pero que traspasa. La clínica varía dependiendo de la etapa del desarrollo evolutivo en la que nos encontremos. Así en el lactante con autismo nos encontramos con un balbuceo monótono del sonido, balbuceo tardío, parece no preocuparse de la gente o del entorno, no importándole tampoco ni la comida ni el contacto.
El bebé autista permanece rígido sin lenguaje gestual ni imitación del adulto. No sigue a la madre y puede entretenerse mucho con un solo objeto sin llegar a entender para qué sirve. No atribuye un significado al mundo real que lo envuelve.
En la etapa preescolar, el niño autista se muestra extraño, no habla. Le cuesta asumir la entidad «yo» e identificar a los otros.
Los niños que padecen autismo No muestra contacto (físico, oral, visual). Si a los cinco años hablan utilizan un lenguaje diferente de los otros niños. Pueden presentar conductas agresivas. Sus respuestas sensoriales son anormales (podrían no reaccionar frente a una gran explosión). En la etapa escolar ya sería un gran éxito que hayan podido ingresar en la escuela. Si se les aísla pueden llegar a autoagredirse. En la adolescencia diremos que 1/3 de los autistas suelen sufrir ataques epilépticos lo cual hace pensar en una posible causa nerviosa. En esta edad suelen haber actuaciones de carácter sexual como por ejemplo, exhibiciones, abrazar a las chicas por la calle. Persiste el déficit de comunicación y el mantenimiento de la fijación de ideas.
Características del autismo infantil
- Marcada falta de reconocimiento de la existencia o de los sentimientos de los demás.
- Ausencia de búsqueda de consuelo en momentos de aflicción.
- Ausencia de capacidad de imitación.
- Ausencia de juego social.
- Ausencia de vías de comunicación adecuadas.
- Marcada anormalidad en la comunicación no verbal.
- Ausencia de actividad imaginativa, como jugar a ser adulto.
- Marcada anomalía en la emisión del lenguaje con afectación.
- Anomalía en la forma y contenido del lenguaje.
- Movimientos corporales estereotipados.
- Preocupación persistente por parte de objetos.
- Intensa aflicción por cambios en aspectos insignificantes del entorno.
- Insistencia irrazonable en seguir rutinas con todos sus detalles.
- Limitación marcada de intereses, con concentración en un interés particular.