Una exposición moderada al sol, puede resultar beneficiosa porque ayuda al organismo a activar la vitamina D; sin embargo debes ser muy cuidadoso a la hora de exponer a tu niño ya que los rayos pueden agredir la piel provocando quemaduras.
En los niños se recomiendan protectores solares con un factor superior a 30 ó 35, en los bebés se recomienda el uso de bloqueadores totales (pantallas), más allá de la prohibición de exposición directa al sol durante los horarios prohibidos.
Aunque el día esté nublado, debes cuidarlo del sol porque los rayos atraviesan las nubes y pueden provocar quemaduras. Por eso, lo recomendable es que tu pequeño utilice gorras con visera que hagan sombra en la cara y cubran las orejas. Además, su vestimenta debe ser de colores claros, livianas y frescas.
La piel de los niños es especialmente fotosensible y por ende muy sensible a la agresión solar, por eso es muy importante hidratar su piel antes y después de la exposición al sol.
Si notas que algo extraño en la piel de tu niño, lo mejor será que consultes con tu médico pediatra y con el dermatólogo (especialista de piel).