Los padres invaden su espacio, no les dejan tomar decisiones ni tener privacidad.
Los padres pocas veces demuestran su cariño con palabras de aliento, abrazos o besos.
Los padres son distantes, trabajan todo el día y no tienen tiempo para conversar con sus hijos.
Los padres discuten todo el tiempo, por eso los adolescentes buscan la tranquilidad fuera de casa.
Los padres comentan sus problemas con sus hijos, lo cual es entendible hasta cierto punto en una familia; sin embargo, es recomendable evitar los detalles, dado que un adolescente no tiene la madurez emocional necesaria para manejar situaciones estresantes.
¿Cómo mejorar la relación?
Busca el equilibrio en la crianza. No seas ni muy contemplativa ni muy autoritaria.
Plantea límites claros desde el principio para no llegar al castigo físico.
Fomenta valores de responsabilidad, solidaridad y respeto a través del ejemplo.
Aliéntalo a perseverar en sus proyectos aunque no sean los tuyos. Resalta sus virtudes y nunca lo regañes a causa de sus debilidades, todo lo contrario.
Desde la niñez nuestros hijos deben sentirse valorados por nosotros, una forma muy especial de demostrarles cuanto nos importan es asumiendo nuestras propias fallas con humildad. Decirle ‘discúlpame, me equivoqué’ fortalecerá la relación. Suerte.