Padre, madre, si estás leyendo estas líneas es porque, sin duda, te preocupa la educación de tus hijos y le das un gran valor al aprendizaje escolar. Gracias de antemano por tu atención y tu interés.
La mayoría de los padres y madres valora que sus hijos obtengan buenos resultados académicos, pero muchos padres no saben hasta que punto el éxito o el fracaso escolar de sus hijos depende de sus propias actitudes como padres.
El clima afectivo que se respira en el hogar influye decisivamente en cómo afronta el hijo la situación escolar.
Para ilustrar esta afirmación analicemos algunos tipos de actuación paterna, que, aunque puedan parecer un poco extremas, no son nada infrecuentes:
Muchos padres creen que si buscan un buen colegio para sus hijos, compran los materiales que les piden los profesores y procuran que los niños asistan con regularidad a clase, ya es suficiente para que éstos progresen con normalidad en la escuela.
Lamentablemente, esto no es tan sencillo. Los padres no debemos descargar nuestra responsabilidad como tales en el escuela sin más. Los niños necesitan sentir el aliento y el estímulo de sus padres que les motive a esforzarse con continuidad y así poder progresar. Los hijos, incluso los pequeños, captan muy bien las actitudes de sus padres y perciben cuando en casa hay desinterés por lo escolar. Puede que los padres estén sobrecargados de trabajo, o de preocupaciones, o que simplemente piensen que no es cosa suya sino de los profesores. Pero deben de tener en cuenta, que esta actitud de desinterés la aprenden los hijos y es realmente difícil que estos niños estén dispuestos a realizar el esfuerzo que requiere cada día el aprendizaje escolar.
No obstante, tampoco se debe caer en el extremo opuesto: la sobreprotección paterna nunca es buena. Los padres excesivamente sobreprotectores que en su afán por evitar a los hijos todas las dificultades o los posibles problemas que puedan tener, les dan una ayuda excesiva, llegando a hacer ellos las cosas que su hijo podría hacer por si mismo. Estos hijos tan “arropados” por sus padres, sin duda tienen muchas posibilidades de fracasar en la escuela, ya que ésta les exige un esfuerzo para el que no están preparados debido a que, en general, se suelen despreocupar de las cosas y son muy dependientes de los adultos.
Finalmente, se ha de procurar crear un clima familiar afectivo y motivador; elogiando los pequeños éxitos y logros, pues, los padres con una actitud excesivamente exigente que raras veces están satisfechos con los éxitos de sus hijos, provocan que éstos vivan las situaciones de aprendizaje con tensión y ansiedad. En algunos casos, se puede llegar incluso a que los niños no hagan absolutamente nada por temor al fracaso, es decir, que se inhiban ante el aprendizaje.
Es necesario que nuestros hijos vean y sientan que entre la escuela y la familia hay una comunicación constante y fluida. Cuando los padres acuden a las reuniones del colegio, o entrevistarse con los profesores, los hijos perciben que son muy importantes para sus padres, y que el colegio también lo es.