Para eludir una rabieta es fundamental evitar situaciones críticas y saber interpretar las reacciones de los niños. Observa cuales son las situaciones que más enfadan a tu hijo y así podrás prevenirlas ó enfocarlas de otra forma. A continuación encontrarás consejos prácticos para evitar los temibles berrinches.
- Vive sin estrés: Empieza el día con sonrisas, abrazos y tranquilidad, verás como las rabietas serán menos frecuentes a lo largo de la jornada. Evita ir ó hacer las cosas con prisas, de lo contrario acabará él también irritado. No dejes que el niño se altere demasiado, que esté estresado y acabe agotado, sobretodo antes de irse a dormir.
- Muéstrale tu cariño: Si sois más bien tranquilos, en casa se respira paz, y vuestros enfados no son muy ruidosos (sin gritos, portazos o discusiones) los hijos serán más calmados y tendrán comportamientos menos agresivos. No grites a tu hijo ni le hables con un tono desagradable, evitarás que se enfurezca. Tampoco conseguirás nada bueno pegándole (no es cuestión de demostrar quién es el más fuerte). A veces, cuando la rabieta está en su fase más aguda puede ser mucho más efectivo darle un abrazo, hablarle con voz suave y mirar de tranquilizarlo y, cuando la situación esté más calmada podéis analizar lo sucedido. Piensa que cuando tu hijo sufre una rabieta no escucha y muchas veces no es consciente de sus actos.
- Préstale tu atención: Si te pide atención, bríndasela, tu hijo estará de mejor humor y así evitarás que lleve a cabo rabietas con la finalidad de llamar tu atención. Ponte en su lugar e intenta pensar y sentir como él. Te ayudará a entenderle mejor y a disfrutar de una mejor convivencia. Tienes que darle importancia a las cosas que son importantes para él.
- Avísale de lo que viene después: Otra forma de evitar rabietas es avisando al niño de lo siguiente que le tocará hacer, quizá se lo tengas que repetir varias veces para recordárselo, pero sirve para que se mentalice que pronto, deberá dejar lo que está haciendo en ese momento. Por ejemplo, cuando tenga que salir de la bañera, avísale 5 minutos antes y recuérdaselo cuando queden sólo 2, así no le pillará de sorpresa cuando lo saques y deba de dejar de jugar con el agua. Lo mismo puedes hacer cuando tengas que salir de casa ó marcharte del parque.
- Utiliza el juego como herramienta: Si el cambiar de actividad ó de lugar es todo un reto, permítele que se lleve el juguete con el que está entretenido para que continúe con su juego allí donde vaya. También puedes hacer olvidar al niño la causa de su enfado haciendo uso de tu imaginación. Por ejemplo, propón al niño un cuento ó un juego que le haga olvidar su malhumor, inventándote una historieta corta que tenga que ver con la solución al conflicto ó con lo que le haya provocado el enfado. Tú eres la que mejor conoce a tu hijo, lo que le gusta, lo que le atrae, utilízalo para captar su atención y hacer que se olvide de su enfado.
- Permítele elegir: Otorga el poder de decidir. Pregúntale que elección prefiere dándole a escoger dos de las que tú propongas. Por ejemplo si siempre te la lía a la hora de vestirlo porque quiere elegir la ropa que se quiere poner (aunque no sea la adecuada) puedes darle a elegir entre 2 ó 3 prendas que previamente has seleccionado tu.
- Establece límites claros: En cuanto a normas y prohibiciones, has de intentar que éstas siempre sean las mismas (no cambiarlas cuando se está fuera de casa), y deben ser respaldadas por todos los miembros de la familia. Las prohibiciones ó limitaciones tienen que ir seguidas de una explicación corta y lógica que el niño pueda entender.
- No premies el buen comportamiento con cosas materiales, vale un simple «me alegra que te portes bien» ó «estamos muy contentos de que seas tan bueno».