Entre los 2 y los 3 años es el período de mayor despliegue de berrinches en los chicos. Por un lado, porque no se cumple su deseo y busca entonces la manera de llamar la atención de quien se lo está negando y, fundamentalmente, porque todavía no puede recurrir al lenguaje como lo haría un adulto para expresar su frustración y su enojo.
Los adultos deben ejercitar su paciencia en esta etapa, pero, a la vez, mantener la firmeza. Si uno de los padres pone un límite, éste debe ser sostenido y respaldado por el otro. En el caso de que haya desacuerdo, ése será un tema de discusión posterior y fuera de la vista de los chicos. De esa charla puede surgir algún acuerdo para situaciones futuras.
También hay que ser muy cuidadoso con los familiares o amigos que puedan presenciar el berrinche y que, mientras uno de los padres pone el límite, traten de evitarlo diciendo, por ejemplo, «Pobrecito, déjalo, por un caramelo no va a perder el hambre para la cena». En esos casos hay que ser firmes y poner límites también a los adultos, dejando claro, de la mejor manera posible, que los que educan son los padres. En algunos casos puede ser conveniente retirarse a otra habitación o salir a la calle a dar una vuelta con el niño para poder estar a solas.
El niño que va aprendiendo que si se tira al piso y patalea delante de los invitados consigue comer el postre antes que la comida, lo tomará como una herramienta. Eso es una conducta inteligente, porque repite algo que le permite alcanzar el éxito. Ahora, si el pequeño aprende que el «no» de sus padres no se modifica con una rabieta, descartará ese método por no resultarle útil. O sea, el hecho de que el niño sea o no «caprichoso», dependerá de la inteligencia con la que los padres manejen sus primeros berrinches.
Lo más conveniente, de todas formas, es tratar de prevenir los berrinches: no dándole el caramelo porque si no ya se sabe lo que va a venir, sino explicándole, por ejemplo, que se va a ir al kiosco a comprar galletitas para la merienda pero que no van a comprar golosinas.
Avisarles a los chicos con una breve anticipación lo que va a suceder muchas veces alcanza para evitar una escena: si va a bañarse puede traer juguetes para meter a la bañadera, si va a salir puede elegir entre dos conjuntos lo que quiere ponerse, si va al médico puede buscar algunos libros para entretenerse en la sala de espera, si va a ir al kiosco a comprar una golosina puede decidir previamente si va a querer un helado o un alfajor, porque las dos cosas no se puede, etc.