El padre es la primera figura masculina presente en la vida de un niño, su relación se inicia desde el más simple contacto, a través de los juegos, paseos y en el diario convivir el niño captará la esencia de la relación, la cual se hará evidente cuando crezca.
En un juego de fuerza física con su padre, el niño entenderá el significado de los límites. Cuando se es demasiado agresivo, pensará, papá parece no disfrutarlo y aunque parezca increíble esa situación será vital para que se detenga o sea menos brusco, mientras se relaciona con otros niños de su edad.
La comunicación entre padre e hijo no solo se basa en la confianza, si no en enseñarle a respetar las normas y entender cuál es el objetivo de hacerlo. Si el papá se convierte en un excelente compañero, con aficiones o gustos en común; pero es incapaz de mostrarle con su ejemplo que vivimos en un mundo donde deberá compartir con otros niños, entonces estos problemas quizá perduren hasta su vida adulta.
Cada tiempo por corto que parezca es una oportunidad para conocer mejor a nuestros hijos (sus sueños, miedos, alegrías), así mismo; aprenderán hábitos, posturas, modos de ser e incluso imitarán sin notarlo tu manera de expresarte.
Los niños que desarrollan una sana relación con sus padres muestran mayor autoestima, seguridad y facilidad para trabajar en equipo.