Si tu hijo tiene pesadillas, lo mejor que puedes hacer es hablar con él, tomarte sus temores en serio y tratarlo con cariño y paciencia. Hay que darle confianza para que hable del tema durante el día, responderle con honestidad, pero asegurándole que no tiene por qué ocurrir nada y que él estará seguro.
Intenta que tu hijo note que te tomas sus miedos en serio, pero tú trata de afrontarlo como un juego. Son los mejores remedios para hacerle reír, inspirarle confianza y hacer que poco a poco sus pesadillas desaparezcan, ya que los niños son demasiado pequeños para razonar tanto y comprender que los malos no sueños no entrañan en realidad ningún peligro.
Es bueno crear algún “espantapesadillas” oficial. Puede ser una especie de conjuro, del tipo “Pesadilla, pesadilla, aléjate de mi niña” o “Ningún mal sueño vencerá a mi pequeño”, o cualquier otro que rime con su nombre. Los padres pueden echar mano de su creatividad e inventar su exorcismo personalizado.
Otro remedio que podemos preparar con nuestro hijo es el siguiente: cogemos un recipiente vacío con pistola para lanzar líquidos pulverizados. Lo lavamos bien y lo llenamos con agua. Hacemos una etiqueta que el niño puede decorar y escribiremos: “Spray anti fantasmas” 0 “monstruos”. Explícale que cuando le visite uno por la noche, rociaremos el ambiente y seguro que no se atreverá a aparecer de nuevo en sus sueños.
Otra actividad útil es forrar juntos una caja de cartón y poner una etiqueta que diga “Caja de los monstruos”. Cuando tenga otra pesadilla hay que pedirle que dibuje lo que le impida dormir. Entonces se mete el dibujo en la caja y se le dice que en esa caja se encierra todo lo que no le deja dormir para que no salga nunca más.