Un bebé prematuro necesita, lógiamente, de más cuidados que un bebé nacido a los nueve meses de gestación (en situaciones normales). Esto incluye medidas distintas como las tomadas a la hora de la vacunación y a la hora de actuar ante su singular comportamiento.
Su comportamiento
- Los prematuros presentan un retraso importante respecto a los nacidos a término. Tienen reacciones y un comportamiento diferentes:
- El paso de una situación a otra es más brusco. Pueden estar tranquilos y, de repente, ponerse a llorar. Duermen menos, de hecho no conseguirá dormir 6 u 8 horas seguidas hasta los seis meses y las siestas diurnas son más breves que las que hacen los bebés nacidos a término.
- Necesitan más tranquilidad y no les gusta el jaleo, incluso cuando se trata de jugar con ellos o consolarles. Prefieren pocos estímulos. Por eso, no debes encender la luz cuando llora o mecerle con vigor en los brazos. Prefiere estar acurrucado en tu regazo, que le hables suavemente y enciendas una luz muy tenue.
Las vacunas
Seguirá el mismo calendario que el de los niños nacidos a término. Al ser dado de alta, el bebé ya estará vacunado de la primera y tal vez la segunda dosis de la hepatitis B. También si ha permanecido allí hasta los dos meses habrá recibido la vacuna de la polio (pero por vía parenteral y no oral) y la del tétanos, difteria y tos ferina, normalmente de tipo acelular para evitar problemas de intolerancia. Los niños con problemas respiratorios graves (displasia broncopulmonar o enfermedad pulmonar crónica) suelen vacunarse a los seis meses con la vacuna de la influenza.