Educa positivamente, utilizando elogios y premios en lugar de amenazas. Respeta los miedos del niño y evita frases como «eres tonto por tener miedo», «no seas mentiroso», etc.
Utiliza el castigo en ocasiones excepcionales, y no recurras nunca al castigo físico.
Siempre que sea posible, prepara progresivamente al niño a los cambios que puedan acontecer (cambio de guardería, de casa), y a los acontecimientos difíciles (operaciones, muerte de familiares ancianos)
Evita que el niño sufra experiencias negativas y repentinas. Para ello, selecciona películas y programas infantiles adecuados a su edad, escoge lecturas apropiadas, etc.
Intenta mantener la calma y no perder los nervios en situaciones de estrés, por ejemplo, si tu hijo comienza a llorar en la sala de espera del médico.
Sobreproteger a tu hijo no le evitará problemas, al contrario, lo convertirá en una persona dependiente sin recursos propios para afrontar las complicaciones.
Resta importancia a los miedos y temores de tu hijo, y recuerda que forman parte de su desarrollo.
Potencia la valentía de tu hijo, animándole a enfrentarse poco a poco a situaciones que le provocan temor. Subraya sus comportamientos valerosos.
Trata de disimular tus propios temores en presencia del niño. Recuerda que los niños aprenden por imitación y tu hijo podría desarrollar fobias sólo porque las tienes tú.
Fomenta la resolución de problemas por parte del niño. Si siempre recurre a ti para obtener una solución, estarás impidiendo que desarrolle su autonomía e independencia.