Si la dispraxia infantil es diagnosticada a temprana edad, sus síntomas serán menores y su tratamiento más eficaz. Algunos doctores medican ansiolíticos o sugieren tomografías computarizadas u otras pruebas clínicas, necesarias para iniciar el tratamiento.
Normalmente se detecta cuando ingresan al preescolar, y es en el campo neurológico y en las habilidades motoras donde es observado para llegar a un diagnóstico.
Los padres de niños con dispraxia necesitan informarse sobre las actividades o estímulos que pueden ayudarlos en su desarrollo. El trabajo oportuno entre los familiares, maestros, terapeutas ocupacionales, pediatras y fonoaudiólogos (dispraxia verbal) es importante para que el pequeño poco a poco venza sus limitaciones.
Si tu niño se frustra al no poder participar con sus compañeros de los mismos juegos, las técnicas de autoestima pueden ayudarlo. Potenciar una habilidad en él, como tocar un instrumento musical, hacer manualidades con la plastilina, escribir, pintar, dibujar, suelen ser a la vez beneficiosos para que adquiera mayor coordinación y equilibrio.
Existen varias clases de dispraxia y en ciertos casos puede aparecer con dislexia (trastorno del lenguaje) o dislasia (dificultad para hablar). En niños con dispraxia verbal se recomiendan ejercicios con la lengua ideados por los fonoaudiólogos e incluso acceder a material educativo orientados a mejorar su lenguaje.