Cuando se pregunta a los padres si desean que sus hijos sean bilingües, un alto porcentaje responde afirmativamente. Sin embargo, una vez enfrentado a la situación, los padres se dan cuenta que esa decisión implica unas circunstancias que es necesario asumir.
En este artículo sólo se hará referencia a aquellas familias que deciden escolarizar a sus hijos en un colegio cuya lengua de instrucción es diferente a la usada por la familia y no es la lengua de comunicación mayoritaria en la sociedad en la que el niño vive. Esto es así pues estas familias se enfrentan a unos retos que les son propios y diferenciados del resto de las situaciones bilingües. La mayor parte de la problemática radica en la falta de experiencia de los padres en relaciones con personas bilingües y su comportamiento. Los padres tienen que asumir que, por el simple hecho de hablar dos lenguas, los bilingües son diferentes a los monolingües, independientemente del par de parejas habladas. Podemos decir, pues que un niño que habla árabe y francés comparte características y estrategias comportamentales con otro niño bilingüe inglés/español, aunque, si se encontraran entre ellos no podrían comunicarse. Ambos niños comparten, por ejemplo, con todos los bilingües un cierto relativismo lingüístico: para ellos y desde una fase precoz de desarrollo la palabra usada para designar un nombre o un concepto es aleatoria, pues su experiencia les dice que hay al menos dos, una por cada lengua que hablan. Esto puede llamarles a aceptar más fácilmente ideas nuevas y, al mismo tiempo, más difícil aceptar dogmas o explicaciones del tipo «porque sí» o «porque lo digo yo».
Por otro lado, en el colegio se relacionarán con profesores nativos que, en principio, no sólo les transmitirán su lengua, sino también su cultura. Estos niños serán hibridos culturales y en ocasiones sus mismos padres podrán sorprenderse de su comportamiento. Podrán, por ejemplo, querer comer en un horario distinto o ser más cariñosos o, al contrario más fríos que lo normal en su entorno. En la mayoria de los casos, sin embargo, estas diferencias no pasan de ser consideradas como características personales.
Finalmente, debemos hablar de las «lagunas lingüísticas» que suelen preocupar a los padres. Se entiende por laguna lingüística todo fallo, desconocimiento o mezcla que, a juicio de los padres no debería ocurrir. Si al principio, suelen hacer gracia, finalmente preocupan las exclamaciones del tipo: «mira, mamá, esta piedra is big«. Estas frases son habituales entre todo tipo de bilingües, incluso adultos, en supuestos concretos. Los padres, sin embargo deben tener en cuenta las circunstancias siguientes:
- Puede ser que el niño se encuentre en una fase de cambio de dominio lingüístico. El bilingüismo equilibrado siempre y toda circunstancia es muy difícil, por el simple hecho, que, en ocasiones, la persona se relaciona más con una de sus lenguas que con la otra de forma transitoria. Los padres observan que estas mezclas son más frecuentes pasados unos meses desde el principio del curso y que desaparecen prácticamente tras las vacaciones estivales, no deberías preocuparse: durante el curso, la mayor exposición a la lengua escolar determina una cambio en la lengua con más fluidez. No solo no deberían inquietarse sino estra plenamente contentos con los resultados pues el pequeño están consiguiendo el objetivo perseguido: el bilingüismo.
- Puede ser también que simplemente el niño no conozca o no consiga retener la palabra en la otra lengua, aunque forme parte de vocabulario básico. Se debe tener en cuenta que los padres que han elegido un colegio bilingüe, priorizan el lenguaje como determinante de una educación de calidad. Aquellas familias que no basen sus relaciones en una comunicación lingüística frecuente, en realidad y sin darse cuenta, van en contra de los principios que ellos mismos han elegido como básicos para la educación de sus hijos. Recomendamos, pues, que los padres hablen, escuchen, lean, canten… jueguen con el lenguaje, en definitiva pues esto sólo puede repercutir en el bienestar de los hijos.
- También puede darse la circunstancia que el niño, al expresar un concepto, dentro de su cabeza lo tenga asociado al ámbito escolar. Hablar de «grande» o «pequeño», por ejemplo, le remite a una situación de clase, y según su lógica, debe expresarse en la lengua escolar. O, puede darse la circunstancia que esa palabra la aprendieran por diversas razones, primero en la lengua escolar y sea la que le surja espontáneamente en el habla
Todas estas circunstancias son normales y no deberían inquietar a los padres en mayor medida. Deben recordarse a si mismos que eligiendo un colegio diferente para sus hijos estaban determinando unos valores educativos diferentes y ello repercuten en el comportamiento de los hijos. Éstos serán siempre diferentes al resto de los hijos de sus amigos y familiares (salvo que también estudien en un colegio de similares características). Es bueno preguntarse antes de matricular al niño si estos son realmente los valores que se desea para su educación, pues no hay nada peor para un niño que la familia y el colegio promuevan valores opuestos.