Al igual que la visita al médico, el dentista también genera temor ante los niños, pero para evitar eso, es necesario hacer entender al menor la utilidad del dentista y de las pruebas que él realiza.
Las practicas dentales y las agujas suelen asustar a los niños por ser experiencias nuevas o poco frecuentes. Además sabemos que muchas de las curaciones o prácticas dentales implican dolor o malestar físico
En la primera visita al dentista, se examinará uno por uno los dientes y muelas del niño, revisando el color, la tonalidad, la dureza, las caries o algún otro problema. El problema con el dentista comienza cuando el niño debe ser sometido a procesos largos o traumáticos como tratamientos de las raíces de los dientes o las extracciones.
Al tener miedo, el niño puede presentar cambios fisiológicos como taquicardia, sudoración, respiración agitada o simplemente caer en el llanto incontrolable.
La mejor forma de no generar el miedo al dentista es la prevención, para lo cual será necesario llevar al dentista al pequeño desde que le salen los primeros dientes, de esta forma se familiarizará con el ambiente del consultorio y el dentista y en la medida de lo posible hay que tratar de mantenernos cerca de los pequeños mientras están siendo atendidos, para así generar confianza.
Podemos hacer que el niño tenga una sensación de control de la situación, ofreciéndole opciones, por ejemplo de elegir el brazo donde quiere ser pinchado o quien quiere que lo acompañe.