El TDAH es un trastorno que debe diagnosticarse mediante un test y una exploración profesional. El doctor Fernándo García-Sala nos explica la realidad de esta patología, las claves de sus causas y de cómo tratarla.
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad e impulsividad (TDAH) es una patología emergente en nuestros niños ya que de un 6% a un 10% de nuestros escolares la padece, es decir que en una clase de 25 alumnos, dos niños pueden presentarla. No es una patología nueva, sino que es un cuadro que desde hace poco se ha etiquetado como tal y es importante el buscarlo para darle una solución, de ahí la importancia de un diagnóstico precoz, para ello puedes usar esta herramienta y determinar si tu hijo puede tener tendencia a padecer esta patología. Ya que existe tratamiento médico que junto con el apoyo psicológico y pedagógico hará que estos niños, aunque no se curen ya que es un trastorno crónico, sí que consigan eliminar los síntomas con el consiguiente desarrollo intelectual y conductual normal en la edad adulta.
Normalmente, hasta que el niño no inicia la etapa escolar, es difícil diagnosticarlo ya que normalmente pensamos que nuestro hijo es muy movido y «no para quieto», además de ser incapaz de concentrase en ningún juego o actividad que precise de atención continuada y le obligue a discurrir. El diagnóstico en el colegio es más fácil pues lo comparamos con otros niños y los propios maestros nos indican que el niño presenta un problema de atención e hiperactividad. No atienden en clase y siempre están enredando, continuamente son castigados por sus profesores por no seguir la norma, tienen dificultad para organizar y terminar sus tareas y las toleran mal si exigen esfuerzo mental sostenido, se distraen con el vuelo de una mosca, todo ello da lugar a un descuido importante en las actividades diarias que a la larga ocasionan un retraso escolar importante. La relación con sus compañeros es muy mala ya que, por un lado, son niños frustrados al ser objeto de reprimendas continuas en público y, por otro lado, dada su impulsividad son incapaces de seguir las reglas de cualquier juego, no paran de molestar a sus compañeros, nunca guardan cola para ninguna actividad y en general son un estorbo para todo. La relación con los padres y hermanos es tres cuartos de lo mismo, los padres presentan muchas veces problemas de pareja por las múltiples discusiones que ocasiona la educación de estos niños, además de la existencia de un aislamiento social debido a que los padres ven que sus hijos son «mal recibidos» cuando se juntan con otros padres en momentos de ocio.
Es, por tanto, una alteración muy cruel ya que es bastante desconocida, su diagnostico suele ser tardío e implica una problemática familiar, escolar y social angustiosa. Para catalogarlos es fundamental que cumpla una serie de criterios de déficit de atención y de hiperactividad-impulsividad, existiendo unas premisas que se deben cumplir como son entre otros que aparezca antes de los siete años de edad, que manifieste los síntomas más de seis meses seguidos y que las manifestaciones se den en el colegio y en casa, un TDAH no existe si el niño en el colegio se comporta normalmente y en casa es un bala o viceversa.
Debemos estar atentos los padres, profesores y amigos y si notamos cualquier alteración que pueda corresponder a este trastorno deberemos comunicarlo al pediatra, el cual valorará la posibilidad de remitirlo al neuropediatra. Existe tratamiento médico que junto con el apoyo psicológico y pedagógico iniciado precozmente evitara que el niño «pierda el tren» del aprendizaje intelectual, social, personal y familiar, consiguiendo que estos niños sean adultos normales.
Fernándo García-Sala. Miembro de la Asociación Española de Pediatría y Neonatólogo.