Muchos padres, a la hora de escolarizar a sus hijos, se plantean la posibilidad de un colegio bilingüe. ¿Qué hemos de saber y tener en cuenta a la hora de decantarnos por un colegio u otro?
Bilingüe… pero ¿con qué idioma? Hay dos variables que entran en juego en estos casos: la oferta que ofrecen los colegios de la zona y los deseos o afinidades de los padres. En las grandes ciudades, la oferta es, por supuesto, mucho más variada y pueden incluso encontrarse escuelas con programas en lenguas menos frecuentes como el japonés o el holandés. Hemos de tener en cuenta también que las Comunidades Autónomas con lenguas propias ofrecen sus propios programas bilingües.
Colegios bilingües, colegios con programa extranjero, colegios internacionales, ¡qué lío! Cuando nos planteamos escolarizar a nuestros hijos hemos de preguntarnos cuantas horas deseamos que dediquen al otro idioma, pues en función de esa decisión, deberemos decantarnos por un modelo u otro:
Los colegios internacionales sólo dedican, en principio, unas horas al día a la enseñanza del idioma extranjero. En un mismo colegio pueden haber diferentes secciones (inglés, francés, italiano…) cuyos niños pueden ir juntos en las materias comunes (matemáticas, historia, ciencias…) que se dan en el idioma propio del niño. Las clases en lengua extranjera elegida son lengua y cultura/historia del país o países en donde se hable.
Los colegios bilingües ofrecen, además de clases de lengua e historia, otras asignaturas en la otra lengua. En primaria, algunas escuelas prefieren decantarse por dar asignaturas que no impliquen lecto-escritura, como plástica, deportes o música, mientras que otras sí, por lo que, en función de lo que deseemos para nuestros hijos, no debemos olvidarnos de preguntar ente punto en la reunión informativa con el colegio. Por supuesto, existen otras formas de repartir las horas lectivas en los colegios bilingües algunas verdaderamente curiosas y a tener en cuenta, pues es una posibilidad que ¿quién sabe? quizás funciona en nuestra propia ciudad: en Camerún, algunos colegios ofrecen una formación bilingüe en todas las asignaturas: cada capítulo se da en una lengua distinta (inglés y francés, lenguas oficiales del país) de forma alterna, el capítulo 1 en francés, el 2 en inglés, etc, exceptuando, claro está, las clases de lengua y literatura, que se da íntegramente en cada lengua. Esto puede implicar un cambio de profesor en función de la lengua o, si el propio docente domina ambas lenguas con fluidez, sólo un cambio de material
Algunos Estados, bien porque sus lenguas de consideran de prestigio, bien porque hay una comunidad lingüística importante en la zona, pueden firmar acuerdos con el Estado español para establecer colegios en España. Aunque suelen dar prioridad a los alumnos que ya hablan la lengua, casi siempre se ofrecen plazas para aquellos niños cuyos padres les gustarían que adquirieran esa nueva lengua.
En estos casos, todas las asignaturas se darán en el otro idioma y sólo lengua e historia en la lengua del niño. En el colegio, se sigue el programa del país con el que se hubiese firmado el acuerdo; para entendernos, es como si, por unas horas al día, hubiéramos enviado a nuestros hijos a estudiar al extranjero.
Si el colegio se ha adherido a la lista de colegios que contempla el Convenio, la convalidación de los estudios cursados no debe preocuparnos, pues, justamente el acuerdo firmado por ambos Estados garantiza su pleno reconocimiento, y esto, incluso en el caso que, por cualquier razón, el niño no pudiera acabar allí sus estudios.
¿Solamente es bilingüe u ofrece, además, una educación de calidad? Decir que se es bilingüe, vende. Muchos colegios que, en principio, no ofrecen programas lingüísticos, fueron cambiando para adaptarse a la demanda del Mercado. Pero no estamos hablando de un vestido o un coche, ¡es la educación de nuestros hijos la que está en juego! Y no sólo de bilingüismo van a vivir cuando sean mayores. ¿De qué hablamos cuando decimos una educación de calidad?
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Una educación de calidad enseña a sus alumnos a buscar información: aprenderlo todo es imposible. Por el contrario, si ofrecemos una base y les enseñamos a buscar información, los estudiantes podrán adquirir, llegado el momento, aquellos conocimientos que les resulten necesarios para su formación o empleo.
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Una educación de calidad enseña a sus alumnos a combinar la información obtenida para crear ideas nuevas y expresarlas con sus propias palabras.
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Una educación de calidad enseña a sus alumnos a resolver problemas de la vida real: ¿de qué sirve saber resolver ecuaciones de segundo grado en primaria si luego no saben cómo aplicarlo en su vida cotidiana?
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Una educación de calidad refuerza en sus alumnos el hábito del compromiso, pues así, de adultos, su trabajo será sinónimo de trabajo de calidad.