Ceder ante las quejas o pataletas del pequeño, en nada ayudarán a que venza sus miedos, por el contrario, tomará sus dolores físicos como el antídoto perfecto para quedarse en casa.
Los niños con temores tan arraigados requieren el apoyo conjunto de sus padres, maestros y especialistas. En este último caso se recomienda que sea un psicólogo de la escuela quien se encargue del tratamiento o un profesional que tenga contacto con todas las personas involucradas en el problema.
Los profesores, por ejemplo, al igual que los padres; son piezas claves para ayudar en la solución de la fobia infantil. Los educadores tienen la tarea de apoyar al niño en su adaptación a la escuela e interacción con sus compañeros; pero antes de tener ese objetivo claro, es prudente que reciba el asesoramiento de un especialista.
El éxito del tratamiento dependerá de la colaboración mutua. entre todas las personas involucradas en el proceso Perseverancia, paciencia y amor; serán lo más importante para recuperación del pequeño.