La autoestima es la percepción emocional que cada persona tiene de si mismo, pero acaso ¿fluye de manera espontánea en nosotros? En realidad no es así, los niños aprenden a crecer en autoestima desde pequeños, cuando sus padres los animan a levantarse y emprender tareas sencillas mostrándoles todo su apoyo.
Cuando un niño se siente diferente al resto y tiene la necesidad de ser aceptado en un grupo a costa de sus propios deseos, quiere decir que no ha desarrollado totalmente su autoestima. La idea no es ser igual a los demás, si no crecer con características que lo hagan un “ser único”, con debilidades y destrezas.
Nadie garantiza que tu niño siendo tan “especial” quede libre en algún momento de ver dañada su autoestima. Sin embargo, los elogios y el aliento que reciba de ti durante su crecimiento serán una base irremplazable en su educación. Un “Bravo, así se hace” o “Vamos levántate, tu puedes” serán frases increíblemente motivadoras.
Maestros, padres y la familia en general contribuyen en formar su autoestima. Quizá guiándolo a descubrir cuales son sus habilidades (si le es difícil vislumbrarlas) o enseñándoles que la perseverancia es un valor necesario para cumplir los objetivos, finalmente los resultados no siempre se ven en el primer intento.