Todos aprendimos a caminar, hablar o escribir en base a esfuerzo y perseverancia. Sin duda un valor necesario en la vida de cualquier ser humano e inculcado desde la primera infancia casi de manera espontánea por los padres.
¿Cuántas veces te caíste al intentar caminar? Probablemente fue más de una vez, pero siempre en brazos de tu madre encontraste el apoyo necesario para continuar. Los niños durante su crecimiento se enfrentan a muchos obstáculos; grandes a su corta edad, pero nunca tanto como para detenerlos.
A los 3 añitos todavía no asocian la perseverancia como una actitud positiva. Es a medida que avanzan los años cuando empezará a notar cuan importante es en su vida. La perseverancia implica paciencia, tolerancia a la frustración; y en consecuencia estabilidad y confianza en sí mismos.
El aprendizaje es durante toda la vida; no obstante son los padres con su ejemplo quienes refuerzan la perseverancia en sus hijos. La constancia en las decisiones y la fortaleza aun en medio de las dificultades mostrará a los chicos lo gratificante que resulta llevar a término todas las tareas.