Cuanto más pequeño sea el niño, más dificultad tendrá para comprender la ausencia de uno de sus progenitores. Los bebés (1-2 años) mostrarán en su conducta su rechazo por la separación.
Por lo general los pequeños expresan su tristeza a través de los berrinches, están todo el tiempo irritables y lloran sin un motivo aparente. En algunos casos tienen signos de hiperactividad, molestias para conciliar el sueño o pesadillas.
La separación o divorcio ocasiona en los bebes falta de apetito y dolores de estómago. Su estado anímico no les permite asimilar los alimentos con placer, por lo tanto en alguna medida se ve afectada su salud.
El progenitor ausente necesita mantener una relación cordial con su ex pareja o con la niñera del niño(a). En lo posible las visitas en el hogar ayudarán al pequeño a no disociar el concepto de familia.