Las diferencias entre niñas y niños se van mostrando por si mismas a medida que crecen. Los padres solo necesitan guiar su comportamiento sin encasillarlos en estereotipos rígidos, donde sus gustos o aficiones sean negadas solo por no estar dentro de lo socialmente esperado.
Por ejemplo, pretender que las niñas solo jueguen con muñecas, y los juegos menos femeninos que implican ensuciarse solo sean exclusivos de los pequeños, es caer en un error que de ninguna forma niega la feminidad.
Es cierto que las niñas por naturaleza son más delicadas en su actuar; pero siempre es posible encontrar un equilibrio, sin impedirles vivir diversas experiencias. En el otro extremo por cierto, se ubican los padres que buscan formar niños “fuertes”, creando en ellos una fortaleza irreal, que en un futuro se mostrará en su incapacidad para expresar sus emociones.
La idea de encontrar diferencias importantes entre ambos sexos, no debe llevarnos a extremos de pretender que todas las niñas o niños enfoquen sus deseos a las mismas actividades, o sus características personales sean similares en todos los casos. Los padres cumplen un rol importante en la formación de sus pequeños, son un modelo a seguir en cuanto a gustos o conductas; pero conforme pasen los años, cada niño(a) marcará su propia personalidad.