La agresividad infantil es hasta cierto punto normal entre niños pequeños que aún no tienen total dominio de sus emociones. Sin embargo la socialización y su entorno familiar pueden ser los causantes de un comportamiento aún más hostil.
Es frecuente ver niños intolerantes que ante la primera negativa de sus padres se lanzan a los golpes o empujones. Son actitudes evidentemente negativas que requieren ser analizadas para ayudarlos a comunicar sus necesidades sin llegar a las agresiones.
El papel de los padres o cuidadores es fundamental para corregir las actitudes negativas del niño. Si no se les dedica el tiempo para educarlos y por cansancio o desgano acceden a sus caprichos, ellos nunca aprenderán a relacionarse pacíficamente con otros pequeños. Presta atención a los momentos de enojo de tu hijo, quizá esté buscando llamar su atención a través de estas actitudes.
Corregir la agresión con más agresión solo alimentará su mal comportamiento. Dialoga siempre con él y mantente cerca. El decirle “NO” será en muchos momentos la mejor decisión.