La inteligencia visual- espacial se relaciona con la capacidad de orientación, desde la cual un niño logra apreciar un objeto, identificar detalles en él y relacionarlo rápidamente con colores, formas o tamaños.
Desde la infancia los niños con esta destreza aprenden a elaborar imágenes, son hábiles para dibujar o pintar. Muestran facilidad para armar rompecabezas y sus juegos preferidos se relacionan con la construcción de figuras (legos).
La imaginación es otro de los recursos que utiliza el niño para desarrollar la inteligencia espacial. Cuando realiza sus primeros trazos toma lo observado de la realidad y lo transforma según sus propios conceptos.
La inteligencia espacial se motiva desde las aulas mediante el relato de historias o cuentos para los más pequeños. Un medio para despertar la espacialidad en los niños es preguntándole qué piensa sobre situaciones simples y cotidianas. Las opiniones comienzan a brotar de este modo.