En ciertos casos observamos actitudes similares en sus padres (factor genético). Siempre desean tener la razón y no toleran las indicaciones o correcciones de sus maestros. La clave con estos peques es reprenderlos con firmeza pero sin llegar a la agresividad.
El ambiente o entorno social del niño es determiante para la formación de su conducta. Si en su día a día solo observa hostilidad y peleas constantes, entenderá que esa es la única forma de mantenerse a salvo. En la escuela colocará sus propias reglas como medida de protección.
En el factor afectivo consideramos a niños con problemas emocionales. Algunos sufren de maltrato físico o verbal, fueron abusados en algún momento; y buscan una salida a la impotencia generada en su interior. Buscan la atención de sus maestros a través de su mala conducta porque es lo que aprendieron de su entorno.
A pesar de parecer dominantes, el niño ofensivo sufre internamente pero sin entender la raíz de su tristeza. Puede caer en depresión, retraimiento y mostrar problemas en su aprendizaje.