Morderse las uñas es un hábito que acompaña a muchos niños durante su primera infancia. Se inicia antes de los 3 años y por lo general es la respuesta a situaciones de estrés, miedo, ansiedad o aburrimiento.
Los padres normalmente no prestan mucha atención a esta conducta, ven a sus hijos saludables, jugando como cualquier chico de su edad y sin dificultades para asimilar los alimentos. En realidad es mejor observar su comportamiento pues cabe la posibilidad que solo sea algo pasajero.
La vida familiar puede influir en la conducta del niño, muchos se tornan nerviosos cuando la relación entre sus padres es conflictiva, o la presencia de otras personas altera la tranquilidad del hogar.
Siempre que nos llevamos los dedos a la boca estamos expuestos a recibir bacterias del medio ambiente y los más pequeños también pueden verse afectados. Asimismo los labios o encías pueden inflamarse, mientras las uñas podrían dejar de crecer.