Los potitos son una buena alternativa a las papillas para alimentar a tu bebé si no dispones de mucho tiempo o te encuentras fuera de casa. Tienen la ventaja de estar ya listos para tomar y además los puedes encontrar de sabores y alimentos muy variados.
Los potitos o compotas son fáciles de digerir y normalmente los niños los toleran muy bien. Una vez abiertos, ten cuidado de guardarlos en la nevera y no por más de 48 horas. Constituyen un alimento complementario a la lactancia, que se suele introducir a partir del sexto mes del bebé, y son muy útiles para que el niño descubra los nuevos sabores y aprenda a tragar comidas que ya no sean sólo líquidas.
Los potitos se preparan en cantidades industriales; primero, se hace una selección de los distintos ingredientes y se someten a una cocción controlada para evitar la pérdida de los nutrientes más sensibles a la acción del calor. Más tarde, se procede a la homogeneización, durante la que se trituran los alimentos, especialmente los fibrosos, ya que de lo contrario podrían resultar indigestos para el bebé.