La dispraxia es también conocida como “síndrome del niño torpe”; por la evidente torpeza o lentitud en los movimientos que necesitan coordinación, entre ellos: hablar, escribir, atarse los zapatos o vestirse.
Sin bien en anteriores post hemos tocado el tema de la torpeza infantil (dispraxia leve) también existe una más severa denominada dispraxia grave. Se sabe que no se relaciona con la inteligencia del niño, pues aún con un intelecto normal, su comportamiento sería diferente a comparación de otros niños.
Las causas para su aparición no se conocen con certeza, pero son asociadas con enfermedades o lesiones cerebrales, traumatismos o inmadurez en el desarrollo de las neuronas.
Entre sus formas de manifestación, se muestra los trastornos de aprendizaje, trastornos afectivos o de comportamiento, hiperactividad y problemas visuales o motores.