El agresor crece en una familia disfuncional, sus padres no tienen una relación cercana con él. Siempre usa la violencia o la fuerza para obtener lo deseado, es intolerante y rebelde a las reglas impuestas por los adultos. Y en la escuela tiene bajo rendimiento escolar.
Usualmente, los acosadores son rechazados por sus compañeros, pero un grupo de ellos los apoyan y se convierten en agresores pasivos.
El miedo de la víctima es la actitud ideal para alimentar la conducta del agresor. Las víctimas pasivas son antisociales, tienen dificultad para comunicarse, son nerviosos, se culpan continuamente de cualquier situación. Son niños impopulares y en casa son sobreprotegidos por sus padres.
Por otro lado, las víctimas activas tienen un comportamiento impulsivo, y aveces provocador. En este caso, los agresores parecen tener más razones para llevar a cabo sus planes.