La ceguera infantil es una condición especial en la vida de muchas familias, sin embargo nunca debe considerarse un limitante o un problema mayor en la vida de un niño, por el contrario, la educación y el respeto son derechos que deben ser contemplados por la colectividad casi como una obligación social.
Obviamente sabemos que sus limitaciones serán determinantes en diferentes áreas de su vida, pero antes de negarle la posibilidad a conducirse como otros niños es mejor ayudarle a conseguir sus objetivos con técnicas sencillas, más elaboradas e incluso con el afecto y el ánimo que necesitan para sentirse cada vez más seguros
En la calle por ejemplo, llegado a una edad prudente sería mejor darle clases de orientación y movilidad para que cruce la pista sin mayores problemas. El simple hecho de lograrlo por si mismo elevará su autoestima, mientras se utilizará como un estimulante en un próximo aprendizaje.
Los niños con discapacidad visual nunca deben ser apartados o minimizados. La sociedad y el estado necesitan emprender proyectos que los integre a la colectividad, tanto en las señalizaciones colocadas en ambientes públicos (parques, calles, instituciones, servicios), en las escuelas y más adelante en su vida laboral.