Los niños ven en sus padres un modelo de comportamiento. No se trata de que seas un ser perfecto, libre de enfados o equivocaciones, lo importante será corregir los errores cometidos, enseñándole a tu pequeño cual es el camino correcto. Será un aprendizaje donde ambos se enriquecerán.
Cuando pierdes la tranquilidad, gritas y dices palabras hirientes le transmites agresividad e intolerancia. Analiza en qué momentos pierdes la calma, procura encontrar otras formas de mostrar tu fastidio, y coméntaselas al pequeño para que aprenda a controlar poco a poco sus emociones en momentos de estrés.
Las discrepancias en casa suelen ser un arma de doble filo. Por un lado el pequeño aprende a diferenciar los distintos puntos de vista (mientras ambos padres controlen su carácter), sin embargo la presencia de un conflicto (portazos, agravios); asustan mucho a los niños. Cambia tu actitud, resolviendo antes tus problemas de pareja; y si se te escapa de las manos pide ayuda profesional.
Si en alguna oportunidad tu pequeño te ha pillado una mentira, de seguro no ha sido una experiencia muy alentadora. Si alguien te llama por teléfono pero no deseas responder, lo mejor será pensarlo 2 veces, es mejor decir “Estoy enferma, no deseo conversar ahora”, enfrentando la situación con honestidad. Los chicos criados en familias donde la mentira se vuelve normal, dependen de ellas a lo largo de su vida para resolver conflictos.