Si conseguiste dejar de fumar durante el embarazo, intenta por todos los medios no empezar a hacerlo otra vez. Fumar durante la lactancia puede afectar a la calidad de la leche materna y provocar que la mamá produzca menos cantidad.
Está comprobado que las mamás fumadoras producen menos prolactina, la hormona que se encarga de controlar la cantidad de leche materna. Además, muchas de las sustancias que contienen los cigarrillos, como el monóxido de carbono, el ácido prúsico y el alquitrán, pasan a la leche materna. En el caso de la nicotina, ésta pasa con especial facilidad a la leche.
Algunos estudios indican que los bebés de madre fumadoras corren más riesgos de padecer cólicos, lloran más, están más inquietos y a veces no aumentan tan bien de peso como los bebés de las mamás que no fuman. La concentración de nicotina alcanza su nivel máximo en la leche justo después de haber fumado, por lo que te recomendamos dar el pecho primero y a continuación fumar, si es que no puedes evitar coger algún cigarrillo. Despues de esto, es mejor que no fumes hasta después de la siguiente vez que des de mamar.
Si en lugar de fumar tomas chicles de nicotina o usas parches, el nivel de esta sustancia pasa a la sangre también, pero en menor medida. Además, así evitas todas las demás sustancias que contienen los cigarros. A parte de afectar a la leche, que su mamá sea fumadora también afecta al bebé, pues éste se convierte en fumador pasivo, con todas las consecuencias que ello puede tener.