Es el principal objetivo de los padres crear hábitos de higiene personal en los hijos, pero debes tener claro que base de ello es que lo hagas en orden, y preparándote para que a mediada que crece seas su patrón de imitación. Sigue tus buenas costumbres y seguro lo harás bien, siempre con afecto y positivismo.
La primera regla de higiene se puede decir que es el baño diario, antes de ducharse hay que enseñarles a prepararse la ropa, la toalla y todos los elementos necesarios para arreglarse después del baño. También debemos preocuparnos por enseñarles a secarse bien después de salir del agua y repasar algunos puntos que pueden ser más delicados, como la limpieza de las uñas y de las orejas.
La costumbre que debemos inculcarles es la ducha diaria (mejor que el baño), aunque si son muy pequeños podemos empezar por enseñar a bañarles y saber cuales son las partes de su cuerpo a las que deben prestar más atención. La cabeza, las axilas, el cuello, la zona genital, las rodillas y los pies son las partes que más suelen sufrir los efectos de la sudoración, aunque deben jabonarse bien todo el cuerpo.
Después de la ducha, también hay que enseñarles a dejar el baño limpio, la ropa sucia depositada en su lugar correspondiente (cesta de la ropa sucia o en la propia lavadora) y dejarlo todo, más o menos, como estaba.
Podemos dar otras cuantas normas para mantener una buena higiene personal y mostrarnos siempre limpios y aseados:
- Antes de comer siempre debemos lavarnos las manos.
- Después de cualquier comida, lavarse los dientes.
- Mantener siempre las uñas limpias y en perfecto estado. Nada de morderse las uñas; se estropean y las manos estarán siempre con olor a saliva, y las uñas de mal aspecto. Lo mismo para las pieles y otros pellejitos de los dedos o las manos. No se arrancan.
- Si nos manchamos la cara u otra parte del cuerpo, también debemos lavarnos para mejorar nuestra presencia.
- La ropa también debe estar limpia y sin manchas.
La adopción de buenos hábitos debe fomentarse desde pequeños, ya que a los niños les proporciona seguridad y aceptación social y además les ayuda a prevenir ciertas enfermedades.
Pero lograr que nuestros hijos se laven las manos antes de comer o los dientes después, no siempre resulta tan sencillo y en el camino puedes encontrarte diversos obstáculos, pues los niños consideran la limpieza como un capricho de los padres. Es fundamental enseñarles desde sus primeros años y darles ejemplo.