La memoria tiene dos funciones: identificar (es decir, reconocer), y reproducir (o recordar).
- A los tres años la memoria de un niño es muy buena identificando (perro, casa, sopa) y empieza a dar sus primeros pasos en el campo de la reproducción o el recuerdo.
- ¿Cuál es la dificultad? Un recuerdo entraña gran complejidad, porque implica una interpretación de la realidad y una estructura narrativa para contarlo: la cuchara, que es una realidad, se cae en el pie y le hace daño…
- ¿Qué hechos le dejan huella? Las relacionadas con su propia biografía.
- ¿Por qué la memoria autobiográfica es posible ahora y no antes?
- Para que haya memoria autobiográfica ha de haber un «yo» que organice los sucesos en torno a él. El desarrollo de este ‘yo, protagonista de su vida’, ocurre hacia los tres años, debido al desarrollo de la conciencia del niño.
- Gracias a la adquisición del lenguaje, el niño tiene la capacidad de relacionar, de narrar una escena o una historia, más allá de la mera descripción de los objetos que ve. Esto le permite organizar recuerdos.
- Tienen la capacidad de percibir la diferencia de un suceso sobre un fondo de sucesos rutinarios. Hasta esta edad los niños se centraban en lo que conocían, y de ahí la importancia de crear rutinas, pero ahora son capaces de apreciar lo diferente.