Para algunos niños resulta normal la inclusión de una persona ajena a la familia. Han superado la separación de sus padres gracias a la forma cómo estos llevaron a cabo su divorcio. Y en vista que otros de sus amiguitos están en la misma situación, no tienen dificultades en aceptar que mamá ha decidido compartir su vida con otro hombre.
Otros pequeños hasta pueden apreciar tener un padrastro en el lugar de su papá biológico. Esto sucede debido a varios factores:
-El vínculo entre ambos se ha formado a lo largo del tiempo después del divorcio entre sus padres biológicos, el cariño mutuo permite que ahora ambos puedan aceptarse en una relación más cercana
-El ambiente familiar antes de la separación era insostenible, y el niño definitivamente no añora una reconciliación entre sus progenitores.
-Y quizás un tercer factor podría ser la corta edad de los hijos, mientras más chicos sean, menos conocimiento de la ruptura matrimonial tendrán y más rápida será su adaptación.
Cuando los padres se impacientan y presionan a sus hijos para que traten a su padrastro con afecto e incluso exigiéndole que se dirijan a él como si fuera su padre natural, los conflictos familiares se inician con preguntas recurrentes entre los niños, una de ellas puede ser: ¿acaso mamá espera que él se comporte como si fuera papá? o frases cargadas de enojo: «No me puedes dar órdenes, tú no eres mi padre».
Evita que esto te suceda, deja un tiempo prudencial para que tanto el niño como tu pareja se adapten a la convivencia y establezcan el tipo de relación que tendrán. Algunos peques llamarán al padrastro de esa manera, quizás le digan tío o simplemente decida llamarlo por su nombre; mientras su forma de interactuar se dé en un clima de respeto y tolerancia, todo lo demás irá fluyendo con el tiempo.
La clave es enseñar a nuestros hijos a ser abiertos sobre sus sentimientos, este primer paso ayudará a que su corrección lo lleve hacia la reflexión y entendimiento, nunca hacia la frustración o rebeldia.