Las rabietas en los niños son situaciones muy frecuentes a las que ya estamos acostumbrados, sobre todo los fines de semana en los centros comerciales o en los parques cuando un niño o una niña no se sale con la suya. Es una forma inmadura de expresar ira o enojo al no poder conseguir o hacer una cosa en concreto en un momento determinado.
Esta situación no se puede considerar patológica en un principio y se empieza a dar sobre los 15 meses para aumentar en su frecuencia e intensidad entre los dos y tres años y desaparecer normalmente a los 4 años. No existen si no hay público delante, precisan de un escenario y una situación que ponga a los padres al límite de su paciencia para poder conseguir su objetivo, es muy raro que un niño tenga una rabieta cuando está solo.
Cuando se nos plantea esta situación es fundamental saber cómo actuar, que hacer para afrontar el problema. Como norma primera y fundamental es no entrar nunca en el juego que nos plantea nuestro hijo poniéndonos a su nivel y actuando de forma agresiva.
Por ello nunca y bajo ningún concepto deberemos de pegarle ni gritarle ya que esto agravará el conflicto y le daremos patente de corso para que él pueda hacer lo mismo y se convierta en un niño pegón y violento. Es importante saber en qué situaciones ceder y en que circunstancias no negociar, así por ejemplo todo lo que concierna a situaciones relacionadas con el dormir, la alimentación, la seguridad y la asistencia a la escuela, deben de ser temas que el niño o la niña sepan que no nos pueden chantajear con su actitud, pero también es importante que alguna vez se salgan con la suya, no vale el ‘no para todo’, seamos y sepamos en qué momento podemos consentir.
En muchas ocasiones nos podremos anteponer a la rabieta, así por ejemplo, si no quiere ponerse el abrigo para salir al parque, antes de ponérselo a la fuerza se le puede comentar ‘cuando te pongas el abrigo, bajaremos al parque‘, de esa forma no le prohibimos nada y él decide lo que quiere hacer. Si tiene hambre o sueño, es más fácil que se desencadene la rabieta, por tanto, intentemos evitar esto para no dar paso al problema.
Mirarle a los ojos
Cuando la situación se hace insostenible con agresividad manifiesta, descontrol total de sus actos e incluso actitud violenta, lo normal es que no consigamos aplacarlo con nuestra voz y precise en mucho casos el que tengamos que cogerlo en brazos, apretarlo contra nosotros y dejar que se relaje poco a poco.
Cuando a los 2-3 minutos lo consigamos, lo soltaremos e intentaremos razonarle sin acritud y mirándole siempre a los ojos cuando le hablemos. Esto en algunos casos funciona.
Es importante saber cuales son los límites y cuando hay que buscar ayuda en los profesionales. Tal es el caso del niño o la niña que se autolesiona o lesiona a otros, que presenta más de 5 rabietas al día, que las rabietas se dan en varios escenarios es decir que se producen tanto en casa como en el colegio, que se da más allá de los cuatro años y que por supuesto no mejora con los consejos que os he dado anteriormente.
Paciencia, todos los padres hemos pasado por estas situaciones, aunque sigue siendo gracioso el observarnos cuando se produce esta circunstancia en un lugar público que la gente se nos queda mirando como si fuéramos malos padres cuando en cualquier momento les puede suceder lo mismo con sus hijos o nietos. Yo personalmente prefiero que de vez en cuando tengan una rabieta a que sean conformistas con todo y les de igual que un compañero les quite su juguete preferido y se queden como si nada.