Dentro de esta categoría se incluyen las preparaciones específicamente diseñadas para cubrir las necesidades nutritivas de los lactantes y niños con algún trastorno fisiológico o metabólico para absorber, digerir o metabolizar determinadas sustancias. Estas leches aportan al niño la energía, vitaminas y minerales suficientes para su desarrollo. Su elaboración se hace a partir de las leches infantiles a las que se realizan modificaciones específicas para cada caso.
Leche sin lactosa: son leches infantiles derivadas de la leche de vaca, a las que se ha sometido a un proceso de sustitución de la lactosa por otro tipo de hidrato de carbono. La leche sin lactosa está indicada en los niños que padecen algún tipo de intolerancia a esta sustancia, derivada de una deficiencia de la enzima lactasa, lo que puede deberse bien a una deficiencia genética, o a una diarrea crónica o aguda (gastroenteritis). Estas fórmulas deben tomarse durante un período determinado hasta que se recupere la actividad enzimática, ya que la lactosa es un nutriente necesario para la absorción del calcio y el magnesio (ayuda en la absorción de calcio y magnesio, pero no es imprescindible, si la persona es intolerante, no ayuda y es necesario limitarla en mayor o menor medida según el grado de intolerancia).
Fórmulas antirregurgitación: indicada para bebés con relujo gastroesofágico, en los que el paso del alimento del estómago a la boca es habitual. Un 50 % de los bebés de hasta dos meses padecen este trastorno. Estas leches, que pueden ser de inicio o de continuación, tienen la característica fundamental de ser más espesas, reduciendo con ello el número de reflujos. Los espesantes utilizados suelen ser harina de semilla de algarrobo o almidón precocido, más frecuentemente que el arroz, de menor eficacia. (No estoy segura de los espesantes que se pueden utilizar, sobretodo en leches de inicio, que nunca pueden contener gluten, quizá sea mejor no especificar los espesantes o confirmar este tema)
Fórmulas de soja: son preparados elaborados a partir de las proteínas vegetales de la soja y que no contienen lactosa. Suelen estar enriquecidas con hierro, calcio y zinc, así como con metionina, L-carnitina y taurina para completar los nutrientes necesarios. Indicadas en niños de familias vegetarianas, niños con intolerancia a la lactosa y niños con alergia a las proteínas de la leche de vaca. Suelen utilizarse con frecuencia también en niños con diarreas prolongadas y en niños con eccemas.
Fórmulas de proteínas modificadas: leches con proteínas predigeridas mediante hidrólisis, con lo que se facilita la digestión y absorción en niños alérgicos a las proteínas de la leche de vaca o con problemas de absorción intestinal. Se clasifican, según el grado de hidrólisis, en Fórmulas Hipoalergénicas o Fórmulas Hidrolizadas (F.H.), cuyas proteínas han sufrido este proceso en alto grado, o en Fórmulas Hipoantigénicas (H.A.), sometidas a un menor grado de hidrólisis. Las F.H. se utilizan en niños con alergia a las proteínas de la leche de vaca o con problemas de absorción intestinal, y tienen un sabor desagradable (si tienen sabor desagradable el niño no las aceptará), al tiempo que las heces presentan un aspecto y olor característicos. Las H. A. tienen mejor sabor y están indicadas para prevenir reacciones alérgicas derivadas de las proteínas de la leche de vaca en niños con antecedentes.
Fórmulas para prematuros y recién nacidos con bajo peso: debido a la reserva de nutrientes escasa y a la función digestiva y metabólica inmadura que presentan estos niños, estas leches deben aportar todos los nutrientes necesarios para cubrir las deficiencias del tercer trimestre de gestación. Contienen una mezcla de grasas vegetales y lácteas y están enriquecidas con hierro.
Fórmulas aptas en errores metabólicos: se utilizan cuando existe alguna enfermedad metabólica causada por una enzima deficitaria y cuyo tratamiento es únicamente dietético. Estas leches precisan de un estricto control médico y son específicas para cada caso particular.