Los padres de niños afectos de catarros de repetición consultan con mucha frecuencia a sus Pediatras, preocupados por el estado de continua enfermedad de sus hijos, inquietos por las posibles consecuencias que se puedan derivar. Desde aquí quiero mandar un mensaje de tranquilidad a los mismos ya que esta patología, por llamarla de alguna forma, “es el pan nuestro de cada día” en nuestras consultas y afortunadamente carece de gravedad, salvo en un porcentaje ínfimo de niños que la padecen por problemas inherentes a un déficit en su inmunidad.
En nuestro medio, por la cultura de llevar al niño a la guardería a edades muy tempranas, las infecciones respiratorias de vías altas son lógicas y lo preocupante sería que el niño al ponerse en contacto con los agentes normalmente víricos a que son sometidos, no desarrollara la enfermedad y por tanto no creara los anticuerpos necesarios para de esta forma no volver a infectarse por dicho germen nuevamente, es decir que nuestro hijo se ha autovacunado sin necesidad de pincharle la vacuna. Yo a los padres siempre les digo que los niños por debajo de los 2 años, si van a la guardería, “en vez de cambiarse cromos, se cambian catarros” ya que al estar muchos niños juntos compartiendo aire y muchas veces chupetes, es lógico que no suelten el moco en todo el invierno y como norma solo precisarán un tratamiento sintomático sin requerir normalmente el empleo de antibióticos. Vuelvo a decir que no os preocupéis pues conforme el niño crece y su organismo se fortalece con los anticuerpos desarrollados, cada vez enfermará menos, para llegar a la edad adulta en la que podemos padecer un par de catarros al año.
El Pediatra muchas veces se ve sometido a presiones por parte de los padres para que realice a sus hijos exploraciones innecesarias, caras y molestas y de poco rendimiento en niños que son completamente normales. Su Pediatra será el encargado de detectar si el problema es banal o bien puede corresponder a un cuadro alérgico que desencadene la infección o a un cuadro otorrinolaringológico como puede ser la presencia de vegetaciones que ocasione los catarros de repetición del niño.
Si existe un intervalo libre de síntomas entre un catarro y otro, aunque sea de dos días, en que el niño está bien, pero nuevamente vuelve a tener tos, mocos e incluso fiebre, estos síntomas corresponderán a un nuevo episodio catarral y no a la errónea apariencia de que el niño tiene un catarro que le dura dos meses, cuando en realidad ha padecido 6 procesos encadenados sin relación entre ellos.
Solo deberemos precuparnos si nuestro hijo no crece normalmente, siempre tiene una infección recidivante en el mismo sitio como una otitis de repetición, las infecciones son graves y requieren hospitalización o no presenta periodos libres de enfermedad por la posibilidad de que se deba a un problema de inmunidad, pero repito esto es sumamente raro y lo habitual es que nuestro hijo conforme crezca disminuirá la frecuencia de procesos catarrales. Con una alimentación adecuada, una buena ventilación diaria del dormitorio intentando no compartirlo con los padres y una casa “libre de humo de tabaco” mejoraremos la salud de nuestros hijos y de esta forma combatirán mejor por si mismos las infecciones respiratorias de vías altas.