Es un proceso de días, semanas y quizá hasta te tomen algunos meses crear en la cabecita de tu niño la idea de despegarse de ti para ir a la guardería. Conviene empezar pronto si la compenetración es muy grande, pues lo ideal es que comience a disfrutar de su nueva rutina desde la primera semana de clases.
Los primeros días son los más intensos. Los niños pequeños necesitan sentirse protegidos porque como es de esperarse aún extrañarán las atenciones de sus padres. Lleva con el un juguete u objeto familiar para darle cierta seguridad. En el caso de los más grandecitos (3años) háblale de su maestra, y si la conoce antes de su ingreso mucho mejor, también conviene comentarle sobre de las actividades que realizará junto a otros niños de su edad.
Tu estado de ánimo es muy importante para tu niño, transmítele mucha tranquilidad, levántate temprano y planifica todo con anterioridad, olvídate de los nervios o del mal humor. Sin duda tu actitud logrará ser percibida por tu hijo.
Prueba con frases como “será un mañana divertida”, “harás nuevos amiguitos” o “aprende muchos juegos para practicarlos en casa”; la idea es ayudarlo a sentirse cómodo con las personas que estarán a su alrededor.
Las veladas en la guardería no deben parecer interminables ni para ti ni para él. Acostúmbrate a separarte de tu pequeño y a su regreso a casa hazle saber cuanto lo extrañaste. Pregúntale sobre sus profesoras, amigos, juegos aprendidos. No olvides que es muy importante mostrar interés por su entorno social.