La muerte súbita es un síndrome que se produce en bebés de pocos meses sin ningún síntoma previo y no tiene causa conocida. El bebé aparece muerto en su cuna sin que exista señal alguna de sufrimiento.
Toda una pesadilla para los padres, que no saben cómo evitar esta situación. Pero por suerte la muerte súbita del lactante está disminuyendo su incidencia en los últimos años. La mayoría de los expertos coincide en que la causa de esta mejoría en las cifras se debe a la recomendación que se viene haciendo a las madres de que pongan a los niños a dormir boca arriba.
Hasta hace unos años lo general era dejar al niño en la cuna boca abajo para evitar que una posible regurgitación de la leche o alguna flema pudieran ahogar al bebé. De esta manera se conseguía impedir esto pero la vía aérea podía quedar parcialmente ocluida por el colchón o la ropa de cama. Ahora se aconseja que duerma boca arriba y que el colchón utilizado sea suficientemente rígido como para no permitir que el niño se hunda en él. Así evitamos episodios de hipertermia y de asfixia, y podemos controlar algunos de los factores que posiblemente están implicados en la muerte súbita del lactante.
Ya son varios los países que han estudiado estos factores, y ha quedado demostrado que poner a dormir al niño boca arriba disminuye la incidencia de este tipo de fallecimientos. Otros estudios han medido otros posibles factores y han llegado a la conclusión de que hay algunos riesgos comunes en la mayoría de muertes debidas a esta causa: déficit ponderal en el nacimiento, padres fumadores, pañales muy apretados y habitaciones mal ventiladas o muy calientes. Un par de estudios sugieren que dejar que el niño duerma en la misma habitación que los padres durante los primeros seis meses puede reducir el riesgo de sufrir muerte súbita, entre otras cosas porque así la temperatura ambiente está más controlada por los padres.
Finalmente hay una serie de consejos que pueden ser importantes para evitar enfrentarnos a esta terrible experiencia y que son, entre otros, evitar arropar a nuestro hijo con edredones de plumas, no utilizar colchones blandos, asegurarse de que si utilizamos los cojines antivuelco, éstos estén bien fijados, y no sobrepasar la temperatura de 20º en la habitación en la que duerma el niño.