¿Qué puede ser lo más terrible?
Dormir en una casa distinta cada fin de semana puede resultar agobiante para los pequeños, antes de los 4 años están muy arraigados a su primer hogar y suele ser estresante tener que salir de él porque papá o mamá ha formado su propia familia, distante de la original.
Las reglas son diferentes, por ello si en casa podían tener tiempos regulares frente al computador; ahora que visitan a su padre ya no será posible. Asimismo, puede plantearse la idea de que cada quien lave sus platos o arregle su habitación, algo totalmente diferente a sus costumbres en casa.
Para el niño es importante sentir que la relación entre sus progenitores es amigable tras el divorcio, y además es importante que no persiva una especie de rivalidad entre el padrastro y el padre biológico. El pequeño se sentirá libre al hablar de uno frente al otro, y los adultos nunca deben lastimar al menor con sus rencillas personales. Es lamentable mencionar frente a él chismes o comentarios malintencionados.
Si para el padre biológico suele ser doloroso ver a su hijo pasar tiempos con un desconocido, para el niño también es complicado ver que papá cuida de otras personas. Esta situación se sucita cuando su pareja también tiene una familia.
Sin duda, la cercanía entre el niño y su padrastro o hermanastros debe ser un proceso de adaptación natural. Pero también los padres deben esforzarse en no alterar demasiado las actividades habituales del menor. Por ejemplo: si los fines de semana tenía clases de karate, es recomendable mantenerlas; si tenía un cumpleaños, es mejor llevarlos a su reunión. Siempre habrán excepciones, es cierto, pero lo ideal es considerar los intereses de nuestros hijos, antes de planear los tiempos juntos.