La mastitis es una de las peores molestias que puede sufrir la mamá durante la lactancia. La infección del pecho o mastitis suele ocurrir porque un pecho ingurgitado -es decir, congestionado- o con conductos obstruidos no ha recibido tratamiento y las bacterias han logrado entrar en él.
Los síntomas que indican una mastitis son pechos duros, hinchados, calientes, enrojecidos y sobre todo doloridos. Una infección en los pechos puede provocarte incluso fiebres altas y escalofríos. Pese a todas estas molestias, una mastitis tratada a tiempo no es grave y suele desaparecer en poco tiempo.
Por lo general, tratada precozmente la infección se cura tras unas 24 horas de sacar leche, con una frecuencia de extracción cada dos horas. Es aconsejable que sea el bebé quien extraiga la leche, pero si esto no es posible, la mamá debe sacársela por ella misma, con sus propias manos o un sacaleches.
En algunos casos, parece que ciertas mujeres tengan predisposición a padecer mastitis, por un mal drenaje que provoca la inflamación. A veces, la infección se produce solo en uno de los pechos, al tener éste un conducto estrecho o mal formado. Una solución a este problema sería destetar dicho pecho y amamantar sólo con el otro; pero eso sí, recuerda realizar el destete en un periodo en que no haya infección, ya que durante la mastitis es beneficioso que el bebé extraiga la leche.