De acuerdo a la Agencia de Protección Ambiental de los EE.UU. las escamas de la piel, la orina, el excremento, la saliva y el pelo de una mascota, como los gatos, los perros, los pájaros, etc. pueden provocar asma en las personas sensibles a los alérgenos provenientes de animales.
Por eso, si tu niño sufre de asma, sería bueno que consideres si puedes o no tener un animal en casa, ya que tu mascota puede estar produciendo alérgenos que desencadenan los síntomas asmáticos de tu hijo.
Necesitas realizar pruebas de alergia para poder saber si tu niño es alérgico al animal. Si resulta que tu niño es alérgico, tendrás que decidir si quieres conservar el animal o buscarle una nueva familia; sin embargo, en algunos casos, el pediatra puede considerar que conserves al animal, por eso no olvides medicar a tu niño contra la alergia ya sea por vía oral o mediante inyecciones.
En cambio, si decides buscarle un nuevo hogar al animal, habla con tu hijo para que no se sienta culpable porque se desprenden de su mascota. Ten en cuenta que desprenderse de una mascota, aunque vaya a estar bien cuidada, puede llegar a ser muy duro para los miembros de la familia.