Es bastante normal que al principio tu bebé rechace las frutas y las verduras, por su nuevo sabor y textura. Aún así, debes tratar de acostumbrarlo desde pequeño a que coma estos alimentos; si no lo has conseguido, aquí te damos unos trucos que te ayudarán.
Familiarízalo con frutas y verduras. Cuanto más cotidianos le resulten al niño estos alimentos, menos recelos mostrará a la hora de comerlos. Una buena idea es ir con él al mercado, para que vea la gran variedad de opciones que existen. Otra estrategia muy efectiva es preparar con él la comida.
Aprovéchate del color. Una de las bazas que tienen las frutas y verduras es la variedad de colores y texturas, así que puedes utilizarlas a tu favor incluyéndolas como un juego.
Juega con las formas. Utiliza los moldes para hacer galletas o los específicos para dar forma a las frutas y verduras y atrévete a elaborar figuritas: corazones de manzana, flores de alcachofa…
Inventa, prueba nuevas recetas. La ensalada o un plato de espinacas producen un rechazo casi inmediato en los más pequeños, así que hay que agudizar el ingenio. Las verduras asadas, por ejemplo, hacen que estos alimentos sepan más sabrosos, además de ofrecer la posibilidad de preparaciones curiosas y atractivas.
Camúflalas. Si de ninguna manera consigues que tu hijo coma frutas y verduras, habrá que pasar a la «operación camuflaje». Los purés, las cremas y los pasteles son las mejores opciones para introducir la verdura y la fruta en la dieta infantil sin que se den cuenta. Añadirles suplementos como picatostes, bechamel o queso rallado consigue disuadir a los más reticentes.