A esta edad, el pequeño adquiere seguridad para expresarse a través de distintos lenguajes y es capaz de escuchar compresivamente por lo menos unos minutos.
El pequeño deja de realizar monólogos y puede mantener largas conversaciones con otras personas, llegando a contar historias mezclando la realidad con la ficción.
Le gusta entablar un diálogo con las personas adultas que lo rodean y empieza a comprender que hablar sirve para comunicarse.
Empieza a utilizar expresiones como “ni siquiera sé donde está”, “Me lo pensaré”, “yo también lo hago”. Estas expresiones tienen un significado abstracto, por lo que es capaz de construir frases que requieren cierto desarrollo del pensamiento abstracto y asociativo.
Recuerda que cada niño avanza a su propio ritmo, y existe cierta variación de unos niños a otros en cuanto a la adquisición de las diferentes estructuras lingüísticas.