La comunicación entre un niño sordo y sus padres con la misma dificultad auditiva es visto como un proceso natural, donde el pequeño aprende desde bebé a convivir espontáneamente con el lenguaje de señas.
En estos casos la identidad en el menor no se ve afectada como si sucede con los niños de padres oyentes. La realidad en casa es diferente, todos, o al menos sus padres se comunican de igual forma que él, lo cual es importante en la formación de su propio yo
El lenguaje de señas aparece lentamente en la vida del niño. El padre emite señales, imágenes y símbolos en el diario vivir, así pronto el pequeño empieza a responder a los estímulos. Una experiencia similar a la observada en familias sin esta dificultad auditiva
Aunque en un lenguaje diferente, padre e hijos sordos dialogan tan igual como en el caso de los oyentes. El entorno cultural adquiere sentido y el niño comprende el espacio en el que habita, además de las personas involucradas en su entorno.