La adopción sigue siendo una alternativa para parejas que ya no pueden concebir, pero más allá de una necesidad familiar es una muestra de amor hacia un ser que no tuvo la oportunidad de crecer con sus padres biológicos.
Cuando las parejas deciden adoptar un niño son concientes que deberán esperar mientras se realiza la investigación sobre sus vidas y se decide si están o no en condiciones de ser padres por primera o quizá segunda vez, en caso tuvieran anteriormente un hijo biológico.
Los matrimonios acuden a grupos privados o estatales para iniciar su búsqueda de adopción. Es un proceso exhaustivo donde los trabajadores sociales y otros profesionales (psicólogos por ejemplo) evalúan las aptitudes de los solicitantes, sus sentimientos hacia los niños, así como su capacidad para reaccionar con tranquilidad frente a conflictos familiares.
Algunos niños tienen la oportunidad de conocer a sus padres biológicos desde pequeños. Quizá mantengan un acercamiento físico o se comuniquen por teléfono o vía correo; en otros casos los pequeños conocen la verdad a determinada edad sin llegar a verse nunca con sus progenitores.
Los pequeños se hacen muchas preguntas en relación a su procedencia, más aún si fueron llevados a otro país con una cultura muy diferente al de su lugar de origen. La familia adoptiva debe fortalecer el vínculo con su hijo e intentar que no se sienta diferente de otros niños.