Los problemas psicológicos, sociales o económicos dentro de la familia casi siempre desempeñan algún papel en las causas del retraso no orgánico del crecimiento.
La privación emocional o materna con frecuencia se relaciona con la privación nutricional. Es posible que la madre, o la persona encargada del cuidado del niño, descuiden la alimentación adecuada del bebé debido a las preocupaciones con las demandas o el cuidado de otras personas, sus propios problemas emocionales, el abuso de sustancias, la falta de conocimiento acerca de la alimentación adecuada o la falta de comprensión de las necesidades del niño.
El retraso orgánico del crecimiento se produce por complicaciones médicas debidas al nacimiento prematuro, o a otras enfermedades que interfieren con la alimentación y las actividades normales que establecen vínculos entre los bebés y sus padres.
¿Quiénes se ven afectados por el retraso del crecimiento?
Los bebés de familias con problemas psicológicos, sociales o económicos corren mayor riesgo de desarrollar un retraso no orgánico del crecimiento, el cual se presenta cuando tanto el bebé como la persona encargada de su cuidado no logran adaptarse. Esta conducta pueden desarrollarse en torno a problemas con el establecimiento de rutinas apacibles de alimentación, problemas en el vínculo entre la madre y el bebé y, o de separación.
Entre otros de los factores de riesgo que podrían inducir el retraso no orgánico del crecimiento se incluye el hecho de que la madre, o la persona encargada del cuidado del bebé, presenten alguna o varias de las siguientes condiciones:
- depresión
- abuso de alcohol o drogas
- tensión psicosocial
- falta de afecto o cariño hacia el bebé