En los menores de cinco años se presentan muchas alergias debido a que están descubriendo el mundo y muchas de las cosas que encuentran les resultan extrañas a su cuerpo.
El 85 por ciento de los casos de asma se presenta antes de los cinco años, el 80 por ciento que presenta dermatitis atópica se da en los primeros dos años y las alergias a los alimentos son casi siempre durante los primeros tres años, que luego desaparecen.
Es conveniente no exponer al niño al polvo y tampoco darle alimentos distintos a la leche materna en los primeros seis meses de vida. «Lo ideal es prevenir la aparición de la alergia», insiste Leal. Para lograrlo, aconseja mantenerlo en un ambiente limpio, con pocos objetos e iniciarlo progresivamente a los alimentos.
No obstante, una vez se dé la alergia la solución se enfoca en el control de la inflamación –toda alergia es un proceso inflamatorio que se desarrolla aunque no haya síntomas– y, por eso, son prolongados.
Otro tratamiento que ataca el origen del problema son las vacunas antialérgicas, que hacen a los niños más tolerantes ante distintos elementos del medio ambiente que reconoce como extraños. (Por lo general, estas son aplicadas cuando cumplen cinco años, porque aún algunas alergias están por aparecer). En la actualidad se dispone de vacunas orales y gotas debajo de la lengua.
Enfermedades alérgicas como el asma afectan la calidad de vida del niño, le impiden llevar una existencia normal y desarrollar actividades como ir al colegio y hacer ejercicio.
Otras como la anafilaxis, causadas generalmente por la picadura de avispas, de abejas, el maní o los camarones, podrían provocar la muerte del niño.
De ahí la importancia de que los padres cuiden a los niños dependiendo del tipo de alergia. Por ejemplo, si se trata de alergia por alimentos, evitar que consuma la sustancia desencadenante. Además, seguir, al pie de la letra, el tratamiento indicado por el alergólogo.
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