“Le dices una cosa y hace todo lo contrario”. “Ya no sé que hacer para que haga caso, lo he probado todo y nada funciona ” . “Acaba siempre saliéndose con la suya” . ¿Te suenan estas quejas? Puede que tú las hayas manifestado alguna vez , quizá piensas que tu hijo es un “cabezota” o que tú no lo está haciendo bien como padre o madre . En definitiva, te sientes frustrado al no conseguir que tu hijo/ a te obedezca. No desesperes, todavía estás a tiempo de cambiar las cosas.
Que nuestros hijos no sigan las órdenes que les damos , es una situación frecuente y cotidiana que, en ocasiones , crea un ambiente familiar caracterizado por gritos, riñas , malas caras y sensación de frustración. Para evitar estos conflictos, es importante que los padres actuemos de forma adecuada.
El niño que no obedece pocas veces lo manifiesta negándose a cumplir las órdenes de manera clara y rotunda . Con frecuencia la desobediencia se manifiesta de forma más sutil, menos evidente, por ejemplo: haciendo como si no nos hubiera oído , repitiendo que sí para no oírnos más pero sin la intención de cumplir con la petición, buscando excusas o expresando su desobediencia mediante rabietas.
¿Pero, por qué es desobediente nuestro hijo?
En ocasiones , los padres estamos más pendientes de nuestro hijo cuando se comporta de manera inadecuada, ya sea para regañarle o castigarlo, que cuando lo hace de forma correcta. Esto puede conducir a que los niños se nieguen a cumplir nuestras exigencias con el fin de llamar nuestra atención.
También puede estar motivando la desobediencia de nuestro hijo:
– No escuchar lo que le pedimos porque está distraído en otra actividad. Debemos distinguir esta circunstancia de aquellas ocasiones en que hace ver que no nos ha oído.
– No comprender lo que le mandamos
– Estar habituado a que nosotros acabemos haciendo por él lo que le pedimos
– Saber que los padres repetiremos varias veces la indicación, antes de que él deba responder.
¿ Qué podemos hacer para que nuestro hijo obedezca?
– Lo primero es asegurarnos de que es capaz de hacer lo que le pedimos, lo solicitado debe estar a su alcance. De lo contrario , deberemos ayudarle a cumplir nuestra petición.
– Le daremos instrucciones simples, utilizando pocas palabras. Comprensibles para él y razonables para su edad. Podemos asegurarnos que ha entendido la petición haciéndosela repetir. También es importante que san peticiones específicas, es decir que quede bien claro el comportamiento que debe seguir. Por ejemplo: es mejor decir “no pongas los pies en el sofá” que “pórtate bien”
– Utilizar un tono de voz agradable. Es mejor si nos ponemos a la altura de nuestro hijo y le miramos directamente a los ojos (asegurándonos de que él también nos mira). No dar órdenes imperativas ni acompañadas con ningún gesto o contacto físico amenazante . Este tipo de órdenes provoca reacciones de total oposición en el niño.
– Procurar no darle demasiadas instrucciones a la vez. Es mejor esperar a que obedezca una orden, antes de plantearle la siguiente.
– Le explicaremos a nuestro hijo las razones por las que le pedimos o le prohibimos que haga algo. Esta información deberá ser apropiada para la edad del niño.
– Para motivar a nuestro hijo a cumplir aquello que más le cuesta , expondremos de manera positiva el resultado de su conducta adecuada. Ejemplo “cuando te hayas ido a la cama , te contaré el cuento que tú prefieras”. Es importante que nosotros cumplamos con lo pactado.
– Le recompensaremos cuando haya obedecido nuestra orden o petición , y nunca antes. Cuando la recompensa sea más inmediata más efecto tendrá . Deberemos acostumbrar al niño a las recompensas afectivas ( el abrazo, el halago, el mostrar nuestra alegría, etc) más que a las recompensas materiales .
¿Y qué podemos hacer si nuestro hijo no nos obedece?
Aunque estemos enfadados con nuestro hijo procuraremos no perder la calma, es fundamental , aunque requiere cierto entrenamiento. La falta de compostura, la pérdida del autodominio y los gritos nos ponen en ridículo, y con ello, nuestra autoridad se derrumba.
– Deberemos explicarle con objetividad y serenidad las ventajas de obedecer y por qué es necesario restar privilegios cuando no lo hace. Aunque pueda parecer que no lo comprende , razonar con él y analizar las consecuencias de su conducta le ayudará a ver más claro nuestro punto de vista y podrá prever futuras consecuencias en situaciones similares.
– Cuando nuestro hijo desobedezca “descaradamente” a pesar de reiterados avisos por nuestra parte podemos recurrir a la técnica conocida como “tiempo fuera”. Lo mandaremos solo, sin discutir , ni reprochar nada, a una habitación o a un rincón donde no pueda entretenerse, durante un periodo breve de tiempo. La recomendación es permanecer allí tantos minutos como años tenga nuestro hijo. Tendrá un momento para reflexionar que es lo que nos ha hecho enfadar. Comprenderá que para mantener sus privilegios es mejor obedecer a la primera.
– Es probable que su respuesta sea ponerse a llorar, patalear o protestar enérgicamente. Si queremos que nuestra acción surta efecto debemos ignorar su reacción , no prestarle atención . Si nos infunde pena y nos ponemos a consolarle, perderemos nuestra credibilidad y en otra ocasión volverá a actuar del mismo modo. En cambio, si tiene ganas de rectificar , se muestra colaborador o pide que le perdonéis debemos reforzarle y animarle.
– Si la desobediencia implica un peligro para nuestro hijo o para los demás (cruzar la calle sin mirar, pegar patadas, etc) con un tono firme y enérgico le diremos : “¡no!” o “ ¡Basta!” . Si es necesario , pararemos físicamente su acción . No entréis en discusiones con vuestro hijo pero sí en razonamientos: explicadle con objetividad las posible consecuencias de su acción.