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Orientaciones educativas: las mieles del éxito

Orientaciones educativas: las mieles del éxito 8 enero, 20101 Comentario

Sentirse capaz y competente es el motor que impulsa la capacidad de superación de cualquier niño. Cuando se enfrentan a un nuevo reto y lo consiguen, aumenta su autoconfianza y su curiosidad por hacer nuevos descubrimientos y alcanzar nuevas metas.

Los niños, y en especial aquellos que tienen dificultades de aprendizaje, necesitan que les demos muchas oportunidades de saborear las mieles del éxito, de ver compensados sus esfuerzos y de sentirse útiles y competentes. Tan importante como procurarles el apoyo necesario para progresar en el estudio es fomentar sus fortalezas específicas.

He aquí algunas recomendaciones para que los padres acompañéis de forma positiva a los niños con dificultades de aprendizaje:

• Fomentar los hobbies o actividades que se les den especialmente bien. No importa si es un deporte, la música o los dinosaurios. Animarles a convertirse en expertos de algo que les interese les ayuda a mejorar su autoestima.

• Asignarles responsabilidades de acuerdo con su edad, capacidad e intereses. Colaborar en la cocina, en las tareas de la casa o el bricolaje les permite desarrollar el sentido de la responsabilidad y saber que tienen algo positivo que aportar a los demás.

• Esforzaos en pillarle haciendo algo bien. En su vida cotidiana son muchas las ocasiones en las que experimentan la frustración de no llegar a la meto, necesitan que busquemos oportunidades para premiar con una alabanza, una sonrisa o buenas palabras sus pequeños logros.

• Evitar las comparaciones. Recordarle al niño las buenas notas de su hermano o lo que saben otros niños de la clase solo sirve para machacar su autoestima. Para motivarle, es siempre mejor enseñarle a compararse únicamente consigo mismo, recordándole sus progresos y sus avances.

• Enseñarle a ser autónomo. Si tiene dificultades para organizarse, ayudarle a planificar las jornadas y lo que necesitará para sus actividades. No se trata de hacerle pasar un examen cada mañana para comprobar cuantas cosas se ha olvidado, ni tampoco de sobreprotegerle cubriendo todas sus lagunas. Lo importante es que el niño aprenda a planificar, a marcarse metas personales, decidir cómo alcanzarlas, evaluar los resultados y hacer los cambios necesarios para su consecución.

• No sobrecargar sus horarios. Cuando los estudios suponen un gran esfuerzo y desgaste, es vital proporcionar momentos de esparcimiento y relajación. Necesitan espacios para disfrutar tranquilamente de lo que les gusta hacer, sin presiones ni exigencias, y poder tener tiempo de pensar en sus cosas. Incluir en sus rutinas diarias un tiempo en que los padres u otros adultos jueguen con ellos de forma relajada les ayuda a seguir desarrollando sus capacidades sociales y su intelecto.

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