Los padres no pueden eliminar la rivalidad entre los hermanos, pero si pueden fomentar una relación sana entre ellos y, al mismo tiempo, mantener las disputas entre los hermanos en un nivel aceptable. A continuación te explicamos algunos métodos que puedes usar para reducir los celos infantiles.
No hacer comparaciones entre los hijos.
La comparación es el camino más seguro hacia los celos, ya que a nadie le gusta que nos pongan a otros por ejemplo. Cada niño es único y las comparaciones solo corroen la autoestima y fomentan los sentimientos de ineptitud.
Elogie en lugar de comparar. Los elogios pueden ser excelentes motivadores cuando se les utiliza correctamente. Si se le dice a uno de los niños que está haciendo algo muy bien los otros niños captaran la idea sin sentirse menospreciados.
Reconozca todos los éxitos. Se deben reconocer los éxitos del niño sean cuales sean, consiguiendo que todos los niños se sientan a gusto y orgullosos los unos de los otros.
Evitar la trampa de la justicia
No es realista pensar que los padres tratan siempre a todos sus hijos de la misma forma. Es imposible lograrlo ya que cada niño es distinto en edad y personalidad. Los padres no deben caer en la trampa de pensar que han de hacer algo por un niño siempre que lo haga por otro. Este acto de equilibrio fomentaría la rivalidad que se está tratando de evitar.
No fomente la competición. No se deben dar demasiadas explicaciones cuando uno de los hermanos diga por ejemplo “María tiene zapatillas nuevas y yo no” Si se dan muchas razones y juicios los padres se verán involucrados en una competición sin fin entre los hermanos en pos de privilegios y atención.
Establezca reglas y otorgue privilegios de acuerdo con la edad, sexo y resultados. Dos niños no deben tener exactamente lo mismo, por ejemplo a los hermanos mayores se les puede permitir acostarse más tarde que los pequeños.
Ignore los chismes. Suponen un agravante de las peleas, por lo que os padres no deben inmiscuirse en los mismos. Reaccione tan solo ante las propias observaciones o responda a los chismes con algo como “para poder jugar juntos debéis cooperar”
Establecer reglas
Cualquiera que sea la edad de los niños estos tienen que conocer las reglas de la casa. Se debe definir con claridad que es lo aceptable y que no lo es. Puede conseguir que disminuyan los problemas entre hermanos con un cartel con las reglas que se han definido conjuntamente.
No espere la perfección. Ningún niño puede hacerlo todo bien, al igual que ocurre con los adultos. Las reglas son objetivos hacia los que se trabaja.
Enseñar al niño a manejar los conflictos
Las reglas no son suficientes, los niños deben adquirir habilidades para poder seguirlas.
Modele conductas. Los padres son los mejores maestros del niño, las personas a las que es más probable que quiera imitar. Debe, tanto, revisar sus propias facultades para resolver conflictos y asegurarse de que están dando el ejemplo que desean que el niño imite.
Mantenga reuniones familiares cuando surjan problemas reales. Convoque a todos los miembros de la familia para tratar de generar soluciones para el conflicto, no para una sesión de quejas.
Utilice la representación de papeles. Se puede utilizar el juego de roles en grupo, como alternativa. Haga el papel del niño mientras otro hace de agresor que quita un juguete, que cambia el canal de la tele, que molesta a su hermano, etc. Responda de la forma en que desea que lo haga el niño para resolver el conflicto, por ejemplo: que haga caso omiso, que razone o que comparta, etc. Cambie después los papeles y haga el papel de agresor mientras los niños practican las aptitudes que acaba usted de demostrarles.
Reforzar la cooperación
El objetivo es “pillar” al niño cuando se comporte bien y elogiarle su buena disponibilidad y cooperación.
Elogie el comportamiento deseado. Cuando todo permanezca tranquilo compruebe que los hermanos juegan tranquilamente y elogie su comportamiento. De vez en cuando se puede dar alguna recompensa.
Forzar soluciones constructivas
No se debe actuar siempre de mediador, haga que los niños aprendan a resolver conflictos.
Ignore sistemáticamente las disputas menores, ya que a menudo los niños solo pretenden atraer la atención. Manténgase fuera del conflicto e incluso salga de la habitación. Más tarde, si es necesario, ya se hablará del conflicto.
Haga que los niños aprendan a resolver los conflictos. Cuando los niños piden que se resuelvan sus conflictos deles tiempo para que hallen su propia solución. Pueden practicar el juego de roles.
Utilizar el castigo en el rincón para las peleas
Si las riñas y discusiones continúan después de haber intentado otras soluciones, utilice “el rincón” (tiempo fuera)
Trate a los niños por igual. No intente ser juez y condenar al culpable. Aplique a los dos hermanos el tiempo en el rincón por separado.
Veamos un ejemplo de cómo podemos hacerlo: Los niños han estado unos minutos discutiendo, se les dice “Chicos cuento hasta diez encontrad una solución”. La pelea continua, o intentan que uno de los padres les ayude. Se les debe decir “Cuento hasta veinte, si no podéis resolverlo por vosotros mismos, contaré hasta treinta y estaréis en el rincón”. Si continua la riña, cuente hasta treinta y mándeles al rincón.
Los comportamientos inaceptables requieren consecuencias inmediatas. Por ejemplo un puñetazo o una patada conllevarán al castigo inmediato y sin duda alguna.